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Medité 10 minutos diarios por un mes y así cambió mi vida
Pin¿Alguna vez has sentido que el día se te escapa entre las manos? Las listas de pendientes crecen, las preocupaciones no paran y, cuando te das cuenta, ya es de noche y apenas si tuviste un respiro. Así me sentía yo.
Siempre estaba ocupada, corriendo de un lado a otro, pensando en todo lo que tenía que hacer. Mi mente era un torbellino constante de pensamientos y, honestamente, no recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí en paz… hasta que decidí hacer algo diferente.
Había escuchado sobre la meditación mil veces, pero nunca la tomé en serio. Pensaba que era para monjes budistas o para personas con mucho tiempo libre. Sin embargo, después de leer un artículo sobre los beneficios de meditar, me pregunté: ¿Qué pasaría si lo intento? Así que hice un trato conmigo misma: meditar 10 minutos diarios por un mes y ver qué sucedía.
Infografía: Beneficios de meditar todos los días
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PinSemana 1: La lucha contra mi propia mente
El primer día fue un desastre.
Me senté en el suelo, puse una música relajante y cerré los ojos. Pero en lugar de encontrar paz, mi cabeza se llenó de pensamientos: ¿Qué haré de cenar? ¿No debería estar haciendo algo productivo? ¿Por qué me pica la nariz justo ahora?
PinMe di cuenta de algo: no sabía cómo estar en silencio conmigo misma.
Cada día de esa primera semana fue un reto. Me costaba concentrarme, sentía que el tiempo pasaba lento y, sinceramente, me preguntaba si esto realmente funcionaría. Pero algo dentro de mí me decía que debía seguir intentándolo.
Semana 2: Los primeros destellos de calma
Algo curioso pasó en la segunda semana.
Seguí con mi rutina de 10 minutos diarios y, aunque al principio todavía me costaba concentrarme, empecé a notar pequeños cambios. Por ejemplo, me di cuenta de que cuando algo me estresaba, mi primera reacción ya no era explotar, sino respirar profundamente antes de responder.
PinAdemás, comencé a disfrutar esos minutos de meditación. No era que mi mente se quedara en blanco (¡eso nunca pasó!), pero sí logré observar mis pensamientos sin dejar que me controlaran.
Un día, después de una discusión en el trabajo, en lugar de llevar la frustración conmigo todo el día, cerré los ojos, respiré y dejé ir el enojo. Fue ahí cuando entendí que la meditación no se trata de “vaciar la mente”, sino de entrenarla para que no se enganche en cada pensamiento o emoción.
Semana 3: Más allá de la meditación
Para la tercera semana, la meditación ya no se sentía como una tarea más en mi lista de pendientes. Se había convertido en mi momento favorito del día.
Lo más impactante fue darme cuenta de cómo la meditación había empezado a afectar otras áreas de mi vida:
- Dormía mejor. Antes, solía acostarme con mil pensamientos en la cabeza. Ahora, al meditar antes de dormir, mi mente se relajaba y conciliaba el sueño más rápido.
- Estaba más presente. Dejé de hacer todo con prisa y aprendí a disfrutar cosas simples, como tomar café en la mañana sin mirar el celular.
- Mis relaciones mejoraron. Al estar más en calma, podía escuchar mejor a los demás y reaccionar con más paciencia.
También me di cuenta de que no necesitaba sentarme en un rincón con los ojos cerrados para meditar. Algunos días simplemente prestaba atención a mi respiración mientras lavaba los platos o caminaba al trabajo. La meditación dejó de ser un ejercicio y se convirtió en un estilo de vida.
Semana 4: La transformación
Al final del mes, no era la misma persona que había empezado este reto.
No, no me volví una gurú espiritual ni logré la iluminación, pero algo dentro de mí había cambiado: aprendí a estar en paz conmigo misma.
Dejé de buscar la calma en cosas externas y entendí que la paz estaba en mí todo el tiempo, solo que antes no sabía cómo acceder a ella. Me volví más consciente de mis emociones, más paciente y, sobre todo, más amable conmigo misma.
Y lo mejor de todo es que solo tomó 10 minutos al día.
¿Te animas a intentarlo?
Si alguna vez has sentido que el estrés y la ansiedad te dominan, te invito a probarlo. No necesitas horas de meditación ni ser experta en mindfulness. Solo siéntate, respira y dale espacio a tu mente para descansar.
Ahora dime, ¿te animarías a intentarlo por una semana? ¿O ya has meditado antes? Me encantaría saber tu experiencia en los comentarios.
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